Sígueme en:

Sígueme en:
- Instagram: @delunado
- Twitter: @delunad0

Puedes suscribirte por correo aquí abajo y se te notificará cada vez que actualice mi blog:

domingo, 30 de julio de 2017

Roto, monótono e infinito gris oscuro.

Abrió lentamente los ojos, con pesar, intentado acostumbrarse a la tenue luz azulada procedente del techo. Durante unos segundos, o minutos, no hizo ningún movimiento, simplemente observó su alrededor. A ambos lados de su cuerpo se alzaban unos muros de lo que parecía cemento gris, agrietado y algo mohoso por el paso del tiempo. Estos muros se cerraban en un techo del mismo material, en el cual se encontraban incrustadas una hilera de lámparas fluorescentes. Entre pared y pared apenas había tres metros.
Entonces reaccionó. Una seca tos atravesó su garganta, acompañada de un agudo dolor en el pecho. Tras la tos, intentó levantarse y a duras penas lo consiguió. Tenía miedo. El techo era lo suficientemente alto y las luces lo suficientemente viejas como para que no se pudiera distinguir nada más allá de dos metros. Se dió la vuelta y lo único que vió fue una pared idéntica a las demás.
No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. La sed y el hambre afloraban, por lo que debía haber pasado demasiado tiempo inconsciente. Tenía mucha ganas de llorar y gritar, el mero hecho de imaginarse en un lugar así le causaba pánico. Sufría claustrofobia.
Tras varios intentos de calmarse creyó conseguirlo, al menos por un rato. Necesitaba salir de allí y lo único que podía hacer era seguir el pasillo, junto a la sed, el hambre y el dolor. Empezó a caminar.
Tras un rato andando, observó que las paredes no tenían ningún tipo de adorno, eran de un roto, monótono e infinito gris oscuro. El suelo tenía un color similar y estaba lleno de polvo. Al frente solo había oscuridad, de la que brotaba más y más pasillo. La oscuridad tampoco era su amiga, pero el horror a estar entre paredes tan estrechas superaba cualquier otro miedo. El pasillo se hacía interminable. Pero tenía que continuar.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
No sabía cuanto tiempo llevaba andando. Si seguía así iba a morir de sed, de hambre o de cansancio. Habían pasado horas, probablemente días. Días observando el gris de las paredes, el polvo del suelo y el continuo zumbido de los tubos fluorescentes, que de vez en cuando parpadeaban. Ni una puerta, ni una ventana, no había nada en aquel eterno pasillo. A sus espaldas y delante, solo oscuridad.
Muchos metros después, pensó que lo mejor era dejarse morir allí. Sentarse en el frío suelo y consumirse lentamente. De todas formas, ya no le quedaba mucho para morir. Incluso se paró durante unos segundos considerando esa opción de forma seria. Pero la frágil llama de la esperanza le animó a seguir unos metros más. Puede que pronto encontrara la salida.
Estaba muy débil. Muy, muy débil, cuando creyó vislumbrar el final. La alegria inundó su cuerpo, la adrenalina le dió el último impulso y comenzó a correr, si ya se podía llamar así. Después de todo, podía sobrevivir. Había llegado al final del pasillo. Mientras se acercaba, lo más rápido que podía, su cara pasó de la alegría esperanzadora a un horror destructivo.
Ante su cuerpo se alzaba un muro de un roto, monótono e infinito gris oscuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario